QUÉ TIEMPOS AQUÉLLOS
Cuando los artistas internacionales se peleaban para participar en el magno
evento. Sintramucol, viva, pero enferma.
Por Carlos Ramos Maldonado
En medio de música tropical
colombiana, venezolana y antillana, más coplas españolas, quedó ambientado el
Primer Festival de Orquestas el tercer día del carnaval (17 de febrero de 1969)
de la soberana Luz Elena Restrepo del que disfrutaron los cuatro mil
espectadores que se apretujaron en el Coliseo Cubierto Humberto Perea de
Barranquilla, escenario inaugurado apenas ocho años antes para albergar parte
de los IV Juegos Bolivarianos.
En esta oportunidad inaugural,
como para envidiar hoy día, se presentó una pléyade de agrupaciones musicales
de los más selecto en el panorama nacional e internacional, con el
profesionalismo que el tiempo jamás diluiría: de Venezuela, Billo`s Caracas
Boys, Los Melódicos, Los Blanco y Orquesta La Playa; de Colombia, José Ramón
Herrera, Pello Torres, Los Corraleros de Majagual, Alfredo Gutiérrez, Michi
Sarmiento, la Sonora Sensación y la Sonora del Caribe, más la queridísima
Orquesta de Pacho Galán acompañando a la reina rumba Celia Cruz, para cerrar
con Los Chavales de España, que dominaba el estrellato musical de Iberoamérica.
Para que este espectáculo
sucediera, aún vigente (aunque con muchas críticas actuales) tuvieron que
alinearse varios mundos:
1.
El dictador Gustavo Rojas Pinilla había
promulgado una Ley que obligaba a todo artista o agrupación musical extrajera a
realizar una presentación gratuita al aire libre o en una actividad de recaudo
con fines sociales, además de contratar músicos colombianos e interpretar, por
lo menos, una canción nacional.
2.
La existencia del Sindicato de Trabajadores
de la Música de Colombia (Sintramucol), creada en principio como Unión Musical
de Barranquilla mediante Resolución Ejecutiva presidencial de septiembre 27/1937
con las firmas de Alfonso López Pumarejo y Alberto Lleras Camargo,
posteriormente convertida en el gremio nacional de artistas de la música que se
reconoce hoy.
En 1968 su
presidente era Dagoberto Almanza, pianista de la Orquesta de Pacho Galán.
3.
Al arquitecto e ingeniero y músico magangueleño
Arturo López Viña, el alcalde de Barranquilla, Luis Eduardo Consuegra, lo
nombró coordinador y director del Comité de Cultura de la Ciudad, mediante
Decreto No. 077 de enero 26/1968.
4.
El presidente del Club de Leones
Monarca, Rubén Navarro Serge, el músico Alberto Carbonell y el presidente de la
Junta de Carnaval, Gabriel Martínez Aparicio, se idearon realizar el primer
evento musical para lograr fondos a favor de un albergue infantil que regentaba
la industria Café Almendra Tropical, por una vez (ya que antes se había
realizado un evento musical para tal fin en el estadio Tomás Suri Salcedo, con
la presentación Lito Barrientos y Alfredo Mojica, ambas orquestas de El Salvador;
Armando Bossa, de Panamá, más Pacho Galán y Pete Vicentini), pero que en las
siguientes se le aportara un porcentaje de taquilla a los músicos afiliados a
Sintramucol para prestaciones sociales.
Todos de acuerdo, instaurándose
el premio Congo de Oro para los ganadores en las diferentes modalidades:
Orquestas, conjuntos, combos, folclóricos y revelación, incluidos los de
acordeón, con las siguientes condiciones: a) interpretación musical nacional propia
de las festividades; b) orquestaciones musicalmente interpretadas de acuerdo a
nuestros ritmos o asimilándolos; c) originalidad, presentación y alegría en la
ejecución; vocalización de solista o grupo de cantantes; d) armonización,
originalidad de arreglo y melodía; e) balances armónicos y modulación de
sonidos, y f) equipo electrónico utilizado para la ejecución.
Desde
el 2018 los parámetros de evaluación son los siguientes:
·
Afinación
y acoplamiento musical (10%)
·
Orquestación
y creatividad (20%)
·
Originalidad
(10%)
·
Técnica
y ejecución instrumental (10%)
·
Actuación
e interpretación vocal (20%)
·
Puesta
en escena y manejo del escenario (10%)
·
Aceptación
del público (20%)
Fue tanto el prestigio del
Festival de Orquesta del carnaval de Barranquilla, que, en un tiempo, se
constituyó en el evento musical más apetecido por orquestas y artistas
nacionales e internacionales, mostrando con orgullo el Congo de Oro obtenido.
Después, vinieron cambios de
escenarios, horarios y modalidades hasta llegar al evento abierto del Par de la
Carrera 50, donde, precisamente, el año anterior, se le rindió tributo al
sonero boricua Tito Nieves, por su medio siglo de trayectoria musical.
La rumba se acabó
Pero hay críticas, que no se
pueden ocultar, sobre hechos certeros que ponen en desventaja el trabajo de los
músicos y cantantes locales durante la temporada de carnaval:
1.
La Constitución de 1991 dejó sin piso la
orden presidencial del General Rojas Pinilla, lo que, de paso, quitó legalidad a
los acuerdos y decretos municipales que le daban validez a los privilegios
laborales de los músicos locales, a la obligación de interpretar canciones
nacionales y presentarse, por lo menos una vez, gratuitamente en escenarios
públicos o por obras benéficas sociales a las agrupaciones internacionales.
2.
El desconocimiento gradual por parte de
las autoridades del Carnaval, públicas y privadas, de reconocer los incentivos
porcentuales iniciales a Sintramucol, que comenzaron por un 25% de las utilidades
totales de taquilla a nada, hoy día, además de no mantener un miembro del
sindicato en la Junta Directiva de la Empresa administradora y comercializadora
de los eventos, como reza en el Acuerdo No. 016/1973.
3.
Incluso, el desconocimiento del Decreto
No. 008/2017 que compromete a la empresa de carnaval a contratar músicos
locales para sus eventos públicos.
Aunque todo este
proceso ha llevado al Sindicato a una crisis existencial, física y moral, a
pesar de tener hoy más de medio millar de afiliados, y de hacer un esfuerzo
organizacional, de trabajo social con los familiares de los asociados, de
gestión pública casi siempre marginada, de reparación locativa, después de
haber recuperado la sede del barrio Chiquinquirá, que lo ha puesto casi en
cuidados intensivos; pero, como dice nuestro nobel Gabo, “ante la adversidad… y
el abandono, nuestra respuesta es…” la música, y, si se va la luz, seguimos con
papayera.

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