sábado, 13 de septiembre de 2025

67 años, primera vez en Barranquilla

DANIEL SANTOS, “ESTE CARIBE TAN MÍO”

Por Carlos Ramos Maldonado

Cuando el 31 de mayo de 1953 Daniel Santos apareció en público por primera vez en Barranquilla para debutar por la tarde en el Teatro Colombia, traído por Roberto Esper Rebaje en el cumplimiento de un contrato de dos mil dólares libres de gastos para 28 presentaciones en una semana (dos en radio y dos en teatros diariamente, comenzando ese mismo domingo por la tarde), el periodista director de Emisoras Riomar (que quedaba en la Calle del Comercio con Callejón del Mercado), José Vicente Meza, lo recibió al mediodía en su estudio al aire con un mortero:

-Bueno, si pregonas que eres antiyanquí ¿por qué estuviste en el ejército gringo?

-¡Mira chico! ¿Acaso yo quería ir? ¿Qué tú crees? Me reclutaron para la infantería viviendo en Nueva York, y me enviaron para instrucciones marciales a un campamento de Kentucky, pero no aguanté la idea de ser un american fighting y deserté. Aunque ante el acoso de la policía militar retorné como remiso y entonces para castigarme me enviaron a una cárcel de Alabama, donde viví los maltratos y las virtudes del infierno. Después me trasladaron a la isla Maui, en el archipiélago de Hawai, donde duré 16 meses, cuando el conflicto mundial se acercaba a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. La suerte fue que un alto oficial me recomendó para integrar una orquesta de soldados que distraía a las tropas que realmente eran la retaguardia del frente. Allí me apodaron Cisco Kid.

“vengo a decirle adiós a los muchachos

Porque pronto me voy para la guerra…” 

-¿Pero tú eres comunista? –disparó el comunicador, esta vez con un misil, a sabiendas de la crisis política en Colombia por el inconformismo militar ante el gobierno ultraconservador y distante de Laureano Gómez, cuando cualquier librepensamiento era proscrito en este país.

El Inquieto Anacobero (voz africana “ñañinga”, traducida como diablillo), que usaba un vestido de chasquín blanco, corbata violeta y zapatos de charol negro, se peinó el abundante y retocado bigote de carbón con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda, mientras con la otra se medía una cachucha carmesí que Pacho Galán, allí presente, acababa de comprar para su colección personal en el almacén de los Hermanos Lacorazza. El trovador jíbaro de 37 años miró al periodista Alfonso Rosales, al empresario Toño Esper, al investigador José Portaccio y a su ocasional director musical César Pompeyo, colocando su coraza de guerrero Caribe:

-¡No, chico! ¿Qué tú quieres? ¿Que me deporten de Estados Unidos? Yo sí soy nacionalista, admirador de Pedro Albizu Campos, el líder del movimiento independentista de Puerto Rico  que lleva ya 16 años no consecutivos en prisión por conspirar contra el imperialismo de USA.

Todos, en ese instante, quedaron cautamente atónitos, no tanto por la sincera respuesta del bardo latino, sino porque en ese preciso momento entró Nicolás López Villa, un rebolero dueño del bar Mellomar (calle España con Buen Retiro, Barrio Chino) que le llevaba por encargo del secretario de Roberto Esper una buena dosis de marihuana, a exigencias del boricua.

De la Sonora Matancera a la Sonora del Caribe

En los “Especiales de Todelar” que entre los años 2003 y 2005 se hicieron durante doce horas continuas todos los días festivos a través de Riomar, un dos de junio correspondió a Daniel Santos, para celebrar precisamente los 50 años de su arribo a Barranquilla. Allí se entrevistaron personajes que estuvieron cerca de esa primera visita del encumbrado artista que definía al Caribe como un todo cultural proclive a la libertad: “Este Caribe tan mío”, decía. Dirigido el especial por este periodista y un staff en el que participaron Pedro Juan Meléndez, Carlos Mayans, Rafael Bassi, Carlos Manjarrés, Arnold Tejeda, Manuel Ramos Pulido, Rubi Jácome, Carlos J. Arzuza y Antonio Monroy, se logró entrevistar al mismo Roberto Esper, a Marco T. Barros Ariza, a  Álvaro Ruiz Hernández, a José Portaccio Fontalvo (por teléfono), al tamborilero de la Danza El Torito Mingo Pérez (que proveía de “insumos” al cantante) y a su amigo personal y compadre (Daniel le bautizó un hijo en 1958), ya anciano, Nicolás López Villa, que para ese entonces vivía muy modestamente en el barrio Las Nieves, donde lo visitamos. A César Pompeyo fue imposible localizarlo.

Del mismo Roberto Esper se recoge que fue una circunstancia no prevista la contratación de Daniel Santos para presentarse en Colombia: él, don Roberto, había ido a Estados Unidos con su amigo Jorge Manzur a comprar tela para sus almacenes y durante el viaje de regreso hicieron escala turística en La Habana. Allí visitaron Radio Progreso, pues ya tenía la inquietud de ser empresario de las comunicaciones, justo en el momento cuando se presentaba Daniel Santos con la Sonora Matancera. Cómo idea mágica, don Roberto tuvo la inquietud de traerlo a Barranquilla, y, después de algunas relaciones y conversaciones directas, acordaron los costes y la agenda en Colombia.

El mismo Roberto Esper lo recogió el sábado 30 de mayo en el Aeropuerto de Cartagena y lo trajo vía Cordialidad en su Chevrolet convertible último modelo. El cantante y compositor venía con su novia Alicia Araujo. En Luruaco jamás se enteraron del disfrute de sus típicas “arepas´e huevo” y la chicha de maíz “masticao” de Juaruco por parte del ilustre visitante de paso.

Y cuando entraron a Barranquilla, se sorprendió al ver las fachadas de los bares que lo devolvieron a Nueva York, guardando las proporciones: La Charanga, El Palladium, El Gardenia Azul, El Place Pillage y El Nido. Se podría decir, que por su personalidad abierta, popular y bohemia, el mejor vividero del mundo le pareció agradable.

Acá, lo hospedaron en el Hotel Luxor (calle Caldas con 20 de Julio) y se quedó sin descansar para entenderse con César Pompeyo, primera trompeta y director de la orquesta Sonora del Caribe, que había sido creada años atrás al estilo de la Sonora Matancera, la más popular en Latinoamérica en esos tiempos. La Orquesta terreña no solo amenizaba la programación musical de las emisoras locales, sino que animaba las jornadas bailables nocturnas de muchos cabarets de la Ciudad, especialmente los ubicados a la altura del Barrio Chino y La Ceiba.

Contó su compadre que esa misma noche el Jefe se escapó sin pareja para los barrios de tolerancia con él y César Pompeyo. No solo fue al Bellomar (cuyo nombre proviene casualmente de una canción de Daniel), sino también al Gardenia Azul, de Emma Blanco. Al día siguiente, temprano, Toño Esper lo mudó para el Hotel del Prado.

En la emisora, al mediodía de su primera aparición en público en la Ciudad, los periodistas insistieron en hablarle de política:

-No es que esté muy cómodo en la Isla –contestó a una pregunta-, aunque nos vaya bien con la música. Es que el dictador Batista me considera amigo del expresidente Prío, su opositor, pero además no oculto mi respaldo a los muchachos del partido Ortodoxo, que tienen una escuadra de resistencia en la Sierra Maestra. Los agentes de inteligencia militar asesorados por la CIA me respiran en la nuca.

Pero la gente que escuchaba la Emisora comenzó a amontonarse en la angosta calle con la intención de entrar y acercarse al magnetizado artista que cautivaba todos los escenarios, por lo que la entrevista debió apresurarse. El hombre tuvo que salir escoltado por sus acompañantes, aunque saludó amablemente, y se acomodó de copiloto en el Chevrolet camino al Hotel.

De teatro en teatro, de barra en barra

Esa misma tarde se presentó en el Teatro Colombia, allí en la calle San Blas entre Progreso y 20 de Julio, con un aforo de tres mil asistentes a reventar, a pesar de los exorbitantes 50 centavos que costaba la entrada, más otras mil personas que quedaron afuera escuchando por los altavoces el concierto en vivo. Ese día también se estrenó un cortometraje documental de Jaime Muvdi sobre el Carnaval de Barranquilla y en el intermedio de la película en cartelera Daniel Santos cantó seis temas, entre ellos “Despedida”, “Lamento borincano”, “El preso” y “Bello mar”.

“… Pasa la mañana entera/ sin que nadie pueda su carga comprar.

Ay, su carga comprar…

Todo, todo está desierto,/ el pueblo está lleno de necesidad…””

Entre los músicos que integraron la agrupación musical estuvieron: Alfredo “Tarzán” Pompeyo, en la segunda trompeta; Ramiro “Pajarito” Hurtado, en la tercera trompeta; Neftalio Cardona y el “Jabao” Luis Arévalo, en los clarinetes; “Lalo” Orozco, al piano; Pompilio Rodríguez, en la batería; Gilberto “Platanito” Caballero, en las congas;  Raúl “Buga” Escobar, en el bajo; Armando Salas y el “Caballo” Justo Velásquez, en los bongoes, y Remberto Bru, Manuel Iriarte y Carlos Manotas, en los coros.

Para esos tiempos, en los teatros se presentaban eventos antes y/o en el intermedio de las películas, tales como espectáculos de lucha libre, muestras de circo, conciertos musicales, publicidad (“vidrios”) o un informativo internacional “congelado”, sobre todo los domingos desde la vespertina.

Marco T. contó en el Especial de Todelar que después del espectáculo en comento, Daniel Santos tuvo que salir por la parte trasera del Teatro, del lado del callejón Progreso frente al antiguo LEY, pero, incluso, allí había gente esperándolo, y tantos fueron los admiradores que lo acosaron, que alguno le pasó la mano sucia de grasa negra por su pantalón de lino blanco a la altura de las nalgas, aunque Nicolás López contradijo allí mismo afirmando que el caso sucedió en el Teatro Bamba, por la noche, en la presentación siguiente.

-Palo´e timbrada –concluyó Nicolás-. Aquí en Barranquilla nadie se salva. No hay fama que dure un día…

En esos días, también estuvo en las funciones nocturnas de los teatros Tropical, Bolívar, Águila, Granada, Paraíso y Las Nieves, y nadie de los participantes de la tertulia radial negó que acabados sus compromisos, se iba de bohemio por los cabarets de la Ciudad, donde a veces cantaba acompañando a la Sonora del Caribe.

“Virgen de media noche,/ Virgen eso eres tú.
Para adorarte toda/ rasga tu manto azul.

Señora del pecado,/ cuna de mi canción,
vine arrodillado/ junto a tu corazón…”

De Barranquilla para Colombia

Los espectáculos de Daniel Santos en Barranquilla resultaron tan buenos, que culminada su agenda en la Ciudad fue contratado con intermediación del propio Roberto Esper para actuar en Santa Marta y Cartagena, y después una expedición por Medellín (Hotel Aristi y Emisora RCO) y Cali (La Voz de Antioquia), siempre con la Sonora del Caribe, y por Bogotá, donde se hizo acompañar de la Orquesta de Don Américo y sus Caribes cuando su presentación en el radioteatro de la emisora Nuevo Mundo.

En Medellín tuvo que hacer un pare, pues el 13 de junio en Bogotá el general Gustavo Rojas Pinilla, también de corte nacionalista, hizo el golpe de Estado cuando el designado presidencial Roberto Urdaneta quedó en el “tíbiri-tábara”.

La historia de Daniel Santos es bastante extensa y con suficientes anécdotas en su Caribe y en toda América, pero con sus vaivenes a Barranquilla, que fueron muchos, le dejaron un halo de raizal, como si aquí, en un ambiente ceñido de agua y madurado al sol, encontrara la libertad que siempre soñó para su propia patria.

Leer más sobre Daniel Santos en Colombia: 

https://acme-cali.jimdofree.com/puerto-rico/daniel-santos/discografia-daniel-no-a/

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