CURA REVOLUCIONARIO, POLÍTICO POLÉMICO Y, COMO DON BOSCO, SIEMPRE ENTRE LOS POBRES
Llegó en 1984 a Barranquilla para dirigir
la universidad pública UNISUR (hoy, UNAD) en el Centro Social Don Bosco de
Rebolo y nunca ha salido del barrio. Dos veces alcalde de la Ciudad, cuando
transformó el inmenso Sur con servicios públicos domiciliarios para todos. Por
política, sempiterno perseguido judicialmente. La cosmogénesis, su ideario de
vida.
Por Carlos Ramos Maldonado
El sacerdote salesiano Bernardo
Hoyos Montoya llegó en marzo de hace 40 años a cumplir una misión académica
pública, aunque, por su tesón y espíritu revolucionario entre los pobres,
terminó cambiando la Ciudad en una agenda política que no estaba en sus planes,
ni idea, pero que sirvió para llevarle agua potable, alcantarillado, aseo y
energía a más de un millón de habitantes de los barrios del Sur, además de
resolver problemas sanitarios de los mercados públicos, hoy otra vez
abandonados, e implementar la educación popular con políticas oficiales.
En esos primeros tiempos, en
plena mitad de su edad actual, el Ministerio de Educación le había encomendado
la tarea de dirigir la sede local de la Universidad del Sur –UNISUR- que en
Barranquilla funcionaría en el Centro Social Don Bosco, el primer megacolegio
de Barranquilla, perteneciente a la comunidad Salesiana, cuyo rector era el muy
bien recordado y querido padre Stanley María Matutis. El cura Hoyos, natural de
Belén de Umbría (Departamento de Caldas), ya había hecho un recorrido pastoral recargado
de teología de la liberación por Brasil y sectores marginales de Bogotá, y
pregonaba el cumplimiento del Concilio Vaticano Segundo y los preceptos del
grupo Golconda, además de advertir los riesgos para Latinoamérica de los documentos
de Santa Fe (de la CIA, Estados Unidos).
De los videoforos en Unisur al grupo Don Bosco
El Centro Regional de Unisur en
Barranquilla comenzó con más de mil estudiantes en dos programas académicos,
Administración de Empresa e Ingeniería de Alimentos, verdadero récord para una
institución de educación superior inaugural, más un grupo de profesores
capacitados en educación a distancia, nuevas tecnologías y docencia
disciplinar, pero, ante todo, con vocación de servicio social para transformar
las realidades de los entornos académicos y comunitarios desde la
responsabilidad profesional.
Así que, además de las misiones
sustantivas de academia e investigación, se fortaleció la extensión
universitaria, de tal manera que Unisur, siguiendo su espíritu fundacional, se
extendió mediante organizaciones sociales en todo el sur de la Ciudad, a donde
el cura Hoyos y sus discípulos docentes y líderes comunitarios hacían presencia
para promover la Universidad, construir tejido social y generar autogestión para
el desarrollo cultural sostenible.
Entonces, los viernes, después de
las tutorías presenciales, se organizaban encuentros de docentes, estudiantes y
líderes para realizar tertulias y videoforos sobre realidades actuales
geopolíticas, luchas sociales y conciencia ciudadana, además de revisar y
disfrutar el portafolio del movimiento musical latinoamericano. De ahí surgió
el denominado Grupo Don Bosco y posteriormente la Asociación de Educadores Populares
“Don Bosco Hoy”, inspirada en la pedagogía del oprimido, el pensamiento crítico
y la organización y gestión comunitaria para la transformación y el cambio en
procura de la vida digna, que, con el padre Bernardo a la cabeza, trabajó con
sus propias manos por la erradicación de las alcantarillas abiertas que le
daban el nombre a la Zona Negra y la extensión de soluciones parciales de
energía por la franja oriental de los barrios Barlovento, Villanueva, Rebolo,
la Luz, la Chinita y el Ferry, más los rellenos de los pantanos de basura donde
se construyeron la Urbanización Don Bosco y el Rincón Latino.
Constituyente del 91, la AD-M19 y el Movimiento Ciudadano
Como pedagogía política popular,
el cura Hoyos motivó a la comunidad a participar en el proceso democrático que
definía la Asamblea Nacional Constituyente que a la postre estableció el Estado
Social de Derecho, un triunfo del progresismo nacional que se movió entre el
centro liberal y la izquierda conformada por la naciente Alianza Democrática M19
(AD-M19), movimiento político al que se adhirió el Grupo Don Bosco proponiendo
una consulta abierta para escoger candidato popular a la alcaldía de
Barranquilla en 1992, considerando los nombre del padre Bernardo Hoyos, por la
línea Don Bosco, y de la abogada Janeth Suárez, por la línea M19.
Ahí comenzó la historia ya reconocida en la Ciudad. El cura Hoyos solicitó licencia A Divinis a la comunidad salesiana y renunció a Unisur para enfrentar una campaña nada fácil que lo condujo por primera vez en la historia de Barranquilla a una alcaldía dirigida verdaderamente por el pueblo: “Secretarios gamines”, calificaban los viudos del poder que perdían los privilegios fraguados desde sus clubes sociales. Y, ante la disolución nacional de la AD-M19, en Barranquilla y el Atlántico el padre Hoyos montó el Movimiento Ciudadano, conformando una nueva generación de dirigentes que logró tres alcaldías más, además, curules en el concejo, la asamblea, la Cámara de Representantes y el Senado.
Despliegue de servicios públicos por toda la Ciudad
Antes de esta bitácora de
transformaciones políticas, Barranquilla se sumía en una crisis social inhumana,
pues los casi cien barrios de la periferia marginal estaban naufragados en la
miseria por falta de agua potable, alcantarillado, aseo público, energía
eléctrica, salud, educación y vías transitables.
Y comenzó la revolución urbana:
se amplió el acueducto y se extendieron las conexiones de tuberías para agua y
alcantarillado, desarmando el negocio de los empresarios desalmados, varios de
ellos concejales de la Ciudad, que vendían especulando el líquido precioso en
carrotanques y eran socios del sistema informal de carro´e mulas que recogían
la basura y la echaban a los arroyos, los cuales todos fueron limpiados por la
nueva alcaldía, igual que fue canalizado por primera vez en la historia el
sistema de caños de la Ciudad y reconstruida y saneada la red de mercados
públicos del Centro, comenzando por el Boliche, que era un antro. Y se rehízo
la malla vial del Sur, antes inservible.
Con la Electrificadora del
Atlántico se construyeron las soluciones parciales de energía para el cinturón
de tugurios que bordeaba el Sur de Barranquilla, y se le regresó vigor a los
puestos de salud que habían perdido su oficio, además de arreglar el Hospital
de Barranquilla, el Nazaret, el Hospitalito Infantil y la Gota de Leche, así
como se desplegó el sistema de educación popular con reconstrucción de
colegios, oficialización de los comunitarios, creación de nuevos y extensión a
la formación nocturna en casi todos los del Sur, vinculando en estos procesos a
más de 500 maestros y enseñando en promedio a 15 mil nuevos niños, jóvenes y
adultos que no tenían acceso a la educación.
Mejor dicho, se despertó un
gigante de personas antes adormecidas por falta de atención pública y sin voz
colectiva que, con el aval de esa administración de cambio, activó los mecanismos
de gobernanza y participó activamente en la gestión pública. Y la espuma del MC
se elevó en el escenario nacional, incluso, llegó a proponerse al padre
Bernardo como precandidato nacional o fórmula vicepresidencial de Horacio Serpa,
terminando en el Senado de la República en oposición a Álvaro Uribe; pero los
contradictores políticos no se quedaron quietos, logrando, por un lado, cooptar
dirigentes arribistas que se acomodaron en la burocracia contraria, y, por el
otro, perseguir judicial y mediáticamente al líder natural en un inacabable
proceso que lo tiene casi confinado a voluntad propia en el Rincón Latino, ese extenso
recinto ecológico y cultural donde merodea mucha gente que lo estima, no lo
deja solo, y donde comparte oficios religiosos y asambleas populares fines de
semana que se transmiten por su canal Youtube, Rincón Latino comunica, con gran
audiencia.
Así que allí permanece, en ese
vaivén de caprichos judiciales que extrañamente se activa cada vez que se
acercan unas elecciones, pero él siempre atendiendo a la gente, como Don Bosco,
el santo italiano fundador de la Comunidad Salesiana, descubriendo y motivando
entre los pobres la riqueza y fortaleza de los corazones tantas veces
saturados, pero con almas de libertad. Y es precisamente ese su estilo de
supervivencia el que lo ha involucrado siempre en la cosmogénesis, el ideario
dialéctico de la existencia universal que constituye un permanente ajuste
natural, a veces simbólico e incomprensible, que se reduce al compromiso humano
de respetar y hacer valer el ecosistema y el principio de otredad, las verdaderas
potencias de la vida.
A sus 83 años, tiene actitud de
joven luchador, dispuesto a cambiar el mundo en procura de justicia social,
como pensaban sus guías espirituales, Camilo Torres y Óscar Arnulfo Romero.









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