sábado, 30 de agosto de 2025

Tu papá, ya centenario, y la abuela “Vecchia Signora":

Junior de Barranquilla y su ancestral Juventus de Italia, inspiraciones salesianas. Ojalá se convierta en pasión de multitudes para apostarle a la paz total, desde los sectores populares donde tiene sus barras.

El Junior alcanzó su décima estrella en diciembre del año pasado y este va con los crespos hechos. Mañana cumple 100 años de fundado, un equipo que levanta pasiones colectivas tanto en la Ciudad como en la región, pero que debe ajustar estrategias psicosociales para tejer un comportamiento social que aporte al fortalecimiento sostenible de la paz urbana.

Por Carlos Ramos Maldonado

Cuando en 1902  el sacerdote salesiano Ernesto Briata llegó a Barranquilla para iniciar por estos lares el apostolado de Don Giovanni (Juan) Melchiorre Bosco: "Formar buenos cristianos y honestos ciudadanos", traía en su alma peregrina la nostalgia de un extraño balompié que los ingleses habían importado al puerto de Génova (Italia) apenas unos veinte años atrás, pero que él había torpemente aprendido distrayendo a sus alumnos en los Oratorios Festivos que creó en varias casas salesianas de Suramérica, orientado siempre por su superior de comunidad Evasio Rabagliati, quien a su vez había conocido ese deporte cuando trabajaba como orientador espiritual de la Escuela de Artes y Oficios en Valdocco (Turín), fundada en 1859 por su paisano Don Bosco, y en el Liceo Classico Massimo d'Azeglio.

La Vecchia Signora

Sucedió que en la región piamontés de la Italia posnapoleónica y en el umbral de la revolución industrial, los campesinos migraban a la ciudad de Turín en busca del sueño urbano, configurando en esta cinturones de miseria propensos, por supuesto, a la degradación social.

Turín, entonces, se levantaba como vertiginosa capital del reino provincial, con las contradicciones propias de la Europa decimonónica: luchas nacionalistas contra los Estados Pontificios; nobleza medieval en declive, casi fosilizada; burguesías y oligarquías renacientes como nueva élite social, y una gran masa poblacional sumida en la explotación citadina y la marginalidad humana, sin Dios que se compadeciera. 

Allí, Don Bosco encontró el caldo de cultivo positivo para su vocación religiosa y misión pastoral, el sistema pedagógico preventivo: "Educad a un niño para que no tengáis que castigar a un adulto".

El padre Rabagliati, discípulo del después santo salesiano, colaboró con la obra educativa desde lo lúdico y musical, además, y enseñaba a los muchachos a patear balones en un juego incipiente que la colonia inglesa de Génova había impuesto a un grupo de estudiantes locales que en 1893 se constituyó en el "Genoa Cricket and Athletic Club", primer equipo de fútbol de Italia.

Así que el presbítero y otros de la misma Orden en Turín organizaban sus cuadrillas para que los muchachos se divirtieran y se formaran en encuentros colectivos, y estos, después de las jornadas académicas, solían reunirse en torno a una banqueta de una plaza de armas cercana, de donde salió la gran idea de fundar el primero de noviembre de 1897 el  «Sport Club Juventus», denominada después La Vecchia Signora o La Juve, histórico segundo equipo de fútbol de Italia, reconocido como el mejor club italiano del siglo XX y segundo de todos los tiempos a nivel europeo por la FIFA.

El mote del cuadro bianconero "Vecchia Signora" viene del denominativo con el que los obreros llamaban a las damas nobles a causa de su modo de andar y vestir elegantes por las avenidas de la Ciudad.  El primer uniforme del novel equipo, el cual usó durante sus primeros seis años, estuvo compuesto por una chaqueta de color rosa con pañuelo o corbata negra y un pantalón corto también de color negro.

Club Juventus 1899

En el Juventus jugó desde el 2015 hasta el año pasado el antioqueño Juan Guillermo Cuadrado, equipo en el que ganó 5 títulos nacionales, 4 copas de Italia, 3 supercopas y un subcampeonato de copa intercontinental.

El pelotón de fusilamiento

Solo cuando estaba bajo la sombra meridiana del frondoso árbol de Pivijay que permeaba el patio de la nueva sede del Colegio Salesiano de San Roque (pues antes era una edificación doméstica en el mismo sitio, frente a la iglesia de San Roque, donde fue ubicado en 1906), el padre Briata habría de recordar los no tan remotos tiempos del Oratorio de San Francisco de Sales en Turín, que había visitado, y, entonces, acá en Barranquilla en la escuela de primaria que vino a dirigir entre los pobres, en compañía del joven clérigo Ezequiel Borda, armó media cancha infantil y un arco enano para que sus muchachos en fila india fusilaran con bola de trapo y poca distancia a un portero inquieto que parecía un pulpo y cancerbero a la vez, pues tapaba de todo: se llamaba Pedro Yepes.

Colegio Salesiano de San Roque, mitad del Siglo XX

Al tiempo, en las calles polvorientas del Barrio Arriba (Rebolo, San Roque y su área de crecimiento urbano) los muchachos no solo ocupaban sus ratos libres con los juegos colectivos de entonces: trompo, cuarta, bolita´e uñita, siglo, chequita, dama o dominó, sino que al garete comenzaban a patear bola´e trapo, retándose en "líneas" o cuadrillas sectorizadas: Concordia contra Vesubio, o Matadero contra Maturín, por ejemplo.

El tema es que la idea del fútbol entró a la Ciudad no solo por los curas salesianos que llegaron desde 1902 a instalarse en la parroquia de San Roque (montando la escuela y el Oratorio Festivo en una casucha de paja en la esquina de la calle de Las Vacas con callejón de San Roque, diagonal a la hermosa vivienda de los libaneses Julián E. Chams e Isabel Eljach, donde nació la hija del matrimonio, la poetisa universal Meira del Mar), sino a través de los constructores ingleses y alemanes de los ferrocarriles regionales y de los navegantes locales que llegaban al macondiano muelle de Puerto Colombia, por donde entró la modernidad al país, buscando estos trotamundos acá espacios en los colegios o campos despejados para armar sus escuadras de muchachos, creando desde 1908 ligas menores de balompié, informales.

Junior, “il vecchio signore”

Hacía 1917 se creó un Comité de Fútbol en la Ciudad, así que en el Colegio Salesiano el padre Borda organizó el equipo infantil Juventus (¿hijo de la Vecchia Signora?), integrado por gladiadores roqueños y reboleros que se adaptaron a la realidad exógena, y en la maltrecha plaza de la Virgen del Carmen, por ejemplo, donde hoy queda el Centro Social Don Bosco, o en la plaza Siete de Abril, ahora Parque Almendra, o en los solares de las fincas La Luz (donde queda hoy la cancha Barranquilla), o en la cancha Bavaria (donde hoy queda el barrio Los Trupillos) o en el potrero de Julio Montes (Campo Boyacá, donde está desde 1925 el Estadio Moderno, cuna del fútbol colombiano), se enfrentaban con las líneas de otros sectores, entre ellas la de unos muchachos también reboleros que después integraron el Club Sporting, los "Tigres", por su uniforme rayado negro y amarillo, y que se fundó como equipo también en 1923 para reemplazar al Deportivo Barranquilla. Ya para ese tiempo existían en la Ciudad, además, los clubes de fútbol Atlántico, Santander, Boyacá, Valparaíso, Monumentos y Unión Colombia.

El Juventud Infantil, por su parte, fue gestado formalmente fuera del Colegio el 16 de agosto de 1923 (cuando la Juve de Turín tenía apenas 27 años) en la casa del joven “Mañe” Vásquez (calle de Las Vacas entre callejones Porvenir y Buen Retiro), bajo un frondoso matarratón callejero que servía de contención a la furia del arroyo que por allí bajaba hacia el Caño de la Ahuyama.

Pero fue el 7 de agosto de 1924 (ya organizada la Liga de Football del Atlántico, que terminó convirtiéndose en la primera Federación Colombiana de Fútbol) cuando se le dio estructura legal al equipo. La primera Junta Directiva quedó conformada así, bajo el liderazgo de la matrona antioqueña, de ascendencia italiana, Micaela Lavalle de Mejía:

Presidente:     Víctor Bovea

Tesorero:        Manuel Vásquez

Secretario:      Rosendo Barrios

Capitán:         Juan Mejía (hijo de doña Micaela Lavalle)

Asesor y Orientador:       Efraín Borrero Castro

El equipo original del que después se llamó Junior estaba conformado por Víctor Bovea, Héctor Donado, Leovigildo Rolong, Juan Mejía, Manuel Vásquez, Víctor Núñez, Alberto De las Salas, Vicente Cervera, Rosendo Barrios, Armando Moya, Aurelio Roa, Valerio Molinares, Agustín Consuegra, Simeón Manjarrés, Enrique Lamadrid, Pedro Yépez, Néstor García, Francisco Ibáñez y Nicolás Pineda, muchos de ellos habían pasado ya por la primaria del Colegio Salesiano de San Roque.

El primer partido lo jugó el 12 de octubre de 1924 enfrentando al Argentina F.B.C. en la Plaza 7 de abril, al que venció por 2 a 1.

En 1926 participó en la Tercera Categoría de ascenso, que ganó al año siguiente pasando a la Segunda Categoría de la Liga de Fútbol de Barranquilla, y en 1929 ingresa a la Primera con el nombre Juventud Junior, luciendo camiseta blanca con una J negra en el pecho, y pantaloneta azul. Pero en un partido contra el “Monumentos de Juventud” en el Estadio Moderno, ambos equipos tenían camisetas blancas, por lo que el Juventud Junior usó prestado el uniforme del Club Atlántico del Colegio Americano, cuyos colores eran rojiblanco a rayas horizontales, los cuales asumieron los descendientes de las Vecchia Signora desde entonces, saliendo campeones de la Liga en 1932 y viajando, por lo tanto, a representar a Colombia en torneos internacionales en Costa Rica posteriormente, siendo el primer equipo nacional en cruzar las fronteras patrias.

El 12 de diciembre de 1936 cambia de nombre: Junior Fútbol Club (¿nieto de la Vecchia Signora?) y juega en el recién construido Estadio Municipal, sede de los Juegos Atléticos Nacionales de 1935.

1948, primer torneo profesional, subcampeón nacional

En 1948 se organiza el primer torneo nacional de fútbol con dos equipos de Bogotá (Millonarios y Santafé), dos de Cali (América y Cali), dos de Medellín (DIM y Atlético Municipal), dos me Manizales (Deportes Caldas y Once Deportivo), más la Universidad Nacional en Pereira y Junior FBC. El campeonato lo organizó la Adefútbol (posterior Dimayor) desde Barranquilla, comenzando el 15 de agosto y lo ganó Santafé, quedando Junior subcampeón con la dirección técnica de Roberto Meléndez y con la siguiente nómina:

Dagoberto Ojeda, Humberto Picalúa, Gabriel “Vigorón” Mejía, Emiliano Gutiérrez, Casimiro Guerra, Juan Quintero, Rigoberto “Memuerde” García, Octavio “Tolimita” Ruiz, Fulgencio Berdugo, Carlos “Boris” Rodríguez, Lancaster De León, Octavio Carrillo, Arturo “Guarapo” Mendoza.

En su primer compromiso profesional, Junior ganó de local al Deportivo Cali 2-0, con goles de Lancaster De León y Carlos Rodríguez.

Por esta razón, la escuadra rojiblanca es llamada por la Adefútbol a representar a Colombia en el Torneo Sudamericano (Copa América) de Río de Janeiro.

Atlético Junior 1949

Junior se convierte así en un fenómeno social, rey de multitudes en la región, haciendo honor a su ancestro italiano, aunque sin ganar títulos, pero con un exquisito juego de sincrético culturismo costeño/carioca/gaucho: "Il vecchio signore".

Pero por la crisis económica que sufrió en los años 50s se retiró del campeonato hasta 1966, cuando comienza la historia de la permanente presencia extranjera en el equipo, con nombres que han quedado marcados en la bitácora de a bordo, al lado de los astros criollos, cuyos nombres excluimos para poner a volar la imaginación y los recuerdos de los seguidores y fanáticos del cuadro deportivo amado, que resolverán la incógnita en la encuesta de cierre de esta crónica:

Junior, “tu papá”

En 1984, el narrador deportivo Edgar Perea, en un partido de Copa Libertadores con el América de Cali, allá en la Sultana del Valle, Junior ganó 4-1 y de paso acalló al periodista Poncho Rentería que había dicho que los del equipo de Barranquilla eran unos minusválidos y que mejor no jugaran porque iban a salir goleados. Entonces, en cada narración Edgar Perea decía: “Goool de los minusválidos del Junior, goool de los parapléjicos del Junior... Poncho Rentería, cállate y no olvides nunca que Junior es tu papá, Junior tu papá”, y así quedó para siempre: "Junior, tu papá".

Hoy, Junior tiene diez estrellas, igual que el deportivo Cali, cuartos en el palmaré nacional.

Fútbol, ojalá pasión de multitudes para la paz total

Estos cien años de la existencia del Junior de Barranquilla, por cumplirse mañana, debe ser motivo para crear una agenda público privada y comunitaria muy reflexiva que, articulada, propenda por una consciente apropiación social del significado y la dinámica recreativa sana y honesta del deporte de las multitudes, más en Barranquilla, con mucho cuidado, donde todo gira alrededor de “Tu papá”, hecho que, bueno o malo, genera muchos dividendos claros u oscuros a los dueños monopólicos de la empresa rojiblanca, más el aumento positivo del dinero circulante formal e informal en los calendarios y entornos deportivos, y una ilusión de nunca acabar, ahora con la mira puesta en la Copa Libertadores de América.

El momento coyuntural que vive Barranquilla y el Caribe, pues el equipo es arquetipo regional, debe ser revisado, acordado y ejecutado muy bien perfilado por varios sectores (empresariales, deportivos, comunitarios, oficiales, académicos, etc.), ya que a futuro fortalecería los lazos de identidad y pertenencia territorial en todos los aspectos psicosociales y hasta políticos, tendientes a aliviar la carga emotiva de la angustia urbana, especialmente cuando se cuestiona la estrategia alienante y consumista del deporte desde el capitalismo, que reduce en lo individual la posibilidad de satisfacer primero necesidades básicas.

Es decir, hay que escudriñar cómo el Junior en conjunto debería ser un gestor social y responder a los cambios psicosociales que la población requiere. En este sentido, consultando con eruditos en sociología del deporte, surgen algunas variables para agendar en lo que resta del año del Centenario del Junior de Barranquilla: Formación psicosocial y cultural a las barras o tribus urbanas; aumento de la cobertura y calidad de las escuelas de fútbol; formación masiva en valores deportivos; democratización accionaria de la Empresa a través de abonados (modelo europeo con las cooperativas de usurarios); creación público privada de una Escuela Superior de Deporte, y, ojalá, un partido amistoso con La Vecchia Signora de Turín.

El profesor Robinson Menco, licenciado en Educación Física, a propósito del tema, manifiesta que “La relación del Junior con la Ciudad y la región debe enmarcarse en el aparato ideológico de construcción de sociedad digna y participativa, al servicio de la recreación sana en todos sus aspectos, tejiendo lazos de afecto entre afines y contrarios, convergiendo las políticas públicas progresistas y los intereses de los dueños del balón”.

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